ESCALA DE LOS VALORES
SEMANA DEL 18 DE AGOSTO AL 21 DE AGOSTO
ESCALA
DE VALORES
Cada persona tiene una
escala de valores concreta y determinada, es decir, unos filtros a partir de
los que interpreta la realidad desde la perspectiva de la moral. Los valores
sirven para diferenciar entre el bien y el mal, es decir, son normas que nos
ayudan a diferenciar aquello que es correcto de aquello que no lo es.
Los
valores se adquieren en la infancia a través de la educación que una persona
recibe en el hogar y en el colegio. Sin embargo, con el proceso de madurez,
cualquier persona también suma nuevos valores a partir de su experiencia y de
su punto de vista. Del mismo modo, una persona también puede cambiar de opinión
en relación con los valores porque la vida también es sumar nuevas creencias.
Una escalada de valores
muestra como indica su propio término que una persona tiene una jerarquía de
ideas. Existen valores que son más prioritarios y urgentes que otros. Cuando
una persona actúa en contra de un valor personal importante, entonces, se
siente mal consigo misma porque ha ido en contra de su verdadera esencia. Este
error es muy humano porque las personas también tenemos muchas contradicciones
internas. Por ejemplo, podemos pensar una cosa y hacer la contraria.
Una de las premisas básicas
para tener un alto nivel de felicidad es ser fiel a esa escala de valores. Es
decir, ser honesto con uno mismo y consecuente con la forma de pensar. Existen
personas que pueden ir en contra de aquello en lo que creen y dejarse arrastrar
por el poder del grupo. Algo que ocurre de una forma más frecuente en la
adolescencia cuando la opinión del grupo puede condicionar de una forma
especial al joven.
La sociedad actual está
marcada en cierta forma por el relativismo ético, es decir, por el “todo vale”.
El bien sería interpretado desde este punto de vista como “lo que es bueno para
mí” dentro del contexto de una sociedad individualista.
Los valores son
inmateriales, no se ven, no se perciben al modo de los objetos materiales. Sin
embargo, son una realidad fundamental de la conciencia humana. Por tanto, es
muy importante que cada persona sea fiel a sus propios principios. Conviene
puntualizar que cada persona tiene una escala de valores concreta incluso
dentro de una misma familia. Las escalas de valores no coinciden como un puzzle
en las relaciones. Sin embargo, lo que sí es verdad, es que nos sentimos más
cerca de aquellas personas que tienen una ética similar a la nuestra.
Los valores, según Scheler,
se presentan objetivamente como estructurados según dos rasgos fundamentales y
exclusivos:
La polaridad, todo los
valores se organizan como siendo positivos o negativos. A diferencia de las
cosas que sólo son positivas.
La jerarquía, cada valor
hace presente en su percepción que es igual, inferior o superior a otros
valores. Esta jerarquía da lugar a una escala de valores que Scheler ordena de
menor a mayor en cuatro grupos:
1. Los
valores del agrado: dulce - amargo.
2. Los
valores vitales: sano - enfermo.
3. Los
valores espirituales, estos se dividen en:
Estéticos: bello - feo.
Jurídicos: justo - injusto.
Intelectuales: verdadero - falso.
4. Los
valores religiosos: santo - profano.
Los valores morales no son
una categoría de valores porque no poseen portadores, son valores puros. Su
realización es más bien indirecta. Se verifica en la realización de los otros
valores según su polaridad y jerarquía objetiva.
Para resumir, podemos
afirmar que la ética axiológica defiende la división entre los valores
propiamente dichos y el resto de bienes, sustancias o cosas; de forma que
pueden existir los valores sin que existan los seres humanos. Es ante esto,
donde encontramos su gran problema, pues si no existen las personas que ponen
en práctica los valores ¿cómo podemos decir que son valores?